El fútbol, y el entusiasmo por el juego y la bebida
“Este es el juego que siento y no pienso pararYo pongo el cuerpo hasta el finalEn una cancha o en un bar...”, Bersuit Vergarabat.
Después del deleite que nos ha producido el artículo anterior, llegó la hora de pasar revista de dos jugadores que derribaron la presunción de que los buenos jugadores no deben irse de copas o preocuparse de su afición por el juego.
Paul Merson: gran mediapunta inglés de finales de los ochenta, que jugó la mayor parte de su vida en el Arsenal de sus amores. Después de una estadía en un clínica de rehabilitación en Nottingham, el año ´97 es contratado por el Middlesborough, equipo al que devolvió el renombre que se merecía en las ligas europeas. Incluso, el año ´98, fue convocado para el mundial de Francia, en el que logró anotar un penal en la definición contra Argentina. Hoy, reparte su tiempo en un equipo de la Non-league (el nombre lo dice todo), administrado por su colega de farras Mark Cooper (vaya equipo) y su página de Internet, en la que vistosamente pueda verse en la portada una guía de los mejores pubs de Londres.
Tony Adams (en la foto): histórico capitán del Arsenal de Wenger, e incluso de la selección inglesa de Hoddle. Fue el autor de una de las grandes farras fuboleras junto a algunos seleccionados ingleses (de todos modos debe haber andado Gascoigne por ahí): el domingo después de perder la final de la Eurocopa ´96 en casa, entró a un pub para olvidar las penas. Salió el día martes, después de que su mujer dio aviso de que no aparecía. Hoy, trabaja en una clínica de rehabilitación.
Conclusión: el fútbol y la vida nocturna no son incompatibles. La idea no es terminar en una clínica, como este parsito, pero no debemos alarmarnos por el rendimiento futbolístico de aquellos que derrochan talento, tanto en la cancha como en el bar.
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