Del tedio, la tecnología y el fútbol
Concuerdo plenamente con el análisis realizado en el artículo precedente. No vamos a entrar acá en detalles que tengan que ver con las propiedades del futbol y su fundamental condición de juego, es decir, no será necesario dudar de tal condición. La tecnología ha demostrado ser eficaz sólo en materias que se concentren en difundir el juego, por eso la televisión es un medio favorable para nosotros los amantes del futbol siempre y cuando se concentre en hacer crecer belleza. Sin embargo, y no quiero sonar majadero, no existe tecnología para callar a tanto comentarista inútil.
Deben ser los mismos lateros de siempre los que piden un incremento en la veracidad de las acciones de futbol, deben ser los mismos, que por el tedio nacido de su pobreza mental, se pasan horas y horas hablando de pelotas con schips, de arcos con cámaras, de repeticiones instantaneas de jugadas, de la justicia, de la regularidad, etc... Es cierto que el aburrimiento es la madre de las artes, pero Niembrio, Israel y otros tantos no son para nada artístas, al menos no hasta el momento. De ese tedio entonces, de ese aburrimiento estéril de señores como Niembro o Israel, que se adueñan de los medios televisivos (y no sólo de programas que tratan de futbol) y que, como tienen tanto tiempo al aire, no saben de qué hablar, de ese tedio, digo, nacen las ideas más absurdas y ociosas y de eso será en algún momento víctima la pelota, otrora amarilla como el interior de un zapallo, ahora intervenida a tal punto que le falta hablar ¿porqué no mejor, estos señores, se van a los generosos archivos de los canales en los cuales trabajan y dejan corriendo partidos de antaño? ¿porque no eso, antes que hablar de más, antes que porvocar estas lineas irritadas, esta revista virtual irritada?
Hablando con un amigo bromeabamos acerca de que si se pudiera pedir el canal del futbol (cdf) sin la voz de Pablo Flamm, este servicio debiera costar más caro del precio normal (sería negocio para vtr), y sinceramente, si mi bolsillo lo permitiera, estaría dispuesto a darme ese lujo. Es que ya el nivel de tontera supera la paciencia del más sereno de los hombres; si el lector de esta columna se fija bien en los comentarios de Flamm, descubrirá que éste no está siguiendo el partido, que no habla de lo que ocurre en la cancha, sino que habla de nimiedades, recurre al partido como a una excusa, como un suceso secundario y cuando emite su juicio, este es siempre positivo y amarilliento, siempre está dentro de lo politicamte correcto. Si alguien escuchara sus comentarios sin ver lo que ocurre en la pantalla, pensaría en cualquier cosa menos en las palabras de Flamm, es decir, ni siquera tiene un entusiasmo negador de la realidad como Palma que por lo menos le pone ganas y entusiasmo para contrarrestar la falta de espectáculo; simplemente, Pablo Flamm no expresa nada, es una monótona y estúpida melodía. Sin embargo sigue ahí.
La discusión por implementar la tecnología en el fútbol sin duda nos lleva a defender las declaraciones enumeradas en el artículo anterior, pero antes que nada debemos precavernos de escuchar las lánguidas y generalmente totalitarias opiniones de estos engendros televisivos que, la verdad, mucho no aportan y lo que es peor, tienen el poder suficiente para sugerir un debate de este tipo, un debate que atenta contra la esencia del juego (con esto me refiero principalmente a tipos peligrosos como Niembro y Israel).
Porque, ciertamente, nadie quiere pasarse diez horas en un estadio, ni descubrir derepente que el fútbol es injusto, que es azaroso; que es lindo cuando las reglas son secundarias, no cuando son portagonistas.
Esto, señores, no es más que palabra de fútbol.
Ignazio.
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