Thursday, January 31, 2013

EL QUE GANA MUERE



A continuación presentamos un exquisito fragmento perteneciente a una reciente novela publicada bajo el nombre “HHhH”. El título es una cicla en alemán que en castellano se traduciría como “El cerebro de Himmler se llama Heydrich”. Como algunos sabrán ambos nombres se vinculan con la alta nomenclatura del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. El libro es la primera aventura editorial del francés Laurent Binet, que narra la historia de los preparativos y de los protagonistas (un checo y un eslovaco) encargados de cometer el crimen contra Reinhard Heydrich en Praga, Checoeslovaquia, 1942. Disfrútenla entonces…

Así pues, en el verano de 1942, Ucrania es administrada por los nazis con la brutalidad que los caracteriza. Sin embargo, los alemanes han querido organizar unos partidos de fútbol entre los diferentes países ocupados o satelizados en el Este. En seguida hay un equipo que se distingue, engarzando una victoria tras otra contra sus adversarios rumanos o húngaros: el FC Start, creado de prisa y corriendo a partir de los restos de un difunto Dynamo de Kiev, prohibido desde el principio de la ocupación, peor cuyos jugadores fueron llamados para tal evento.
La fama del éxito de ese equipo llega a los alemanes, que deciden organizar un partido de prestigio en Kiev, entre el equipo local y el equipo de la Luftwaffe. Durante la presentación de los equipos, los jugadores ucranianos son obligados a hacer el saludo nazi.
El día del partido los dos equipos entran en el estadio lleno a rebosar, y los jugadores alemanes extienden el brazo gritando: “¡Heil Hitler!” Los jugadores ucranianos extienden también el brazo, lo que supone sin duda una gran decepción para el público que evidentemente, veía en ese partido la oportunidad de demostrar una resistencia simbólica al invasor. Pero en vez de apostillar su gesto con él “heil Hitler” convenido, los jugadores cierran el puño, cruzan su brazo sobre el pecho, y gritan: “¡Viva la cultura física!” El slogan impregnado de connotaciones soviéticas entusiasma al público.
Apenas empezando el partido, un jugador alemán le fractura la pierna a un atacante ucraniano. En esa época no había sustituciones, el FC Start, deberá jugar el resto del partido con diez, en superioridad numérica, los alemanes abren el marcador. La cosa se presenta muy mal. Sin embargo, los jugadores de Kiev, se niegan a rendirse. Empatan entre los vítores la multitud. Un poco más tarde marcan un segundo tanto y el estadio se viene abajo.
En el descanso, el general Ebherdardt, superintendente de Kiev visita a los jugadores ucranianos en su vestuario, les hecha este discurso: “Bravo, habéis practicado un juego excelente y a todos nos ha gustado mucho. Pero ocurre que ahora, durante el segundo tiempo, teneis que perder. ¡Debeís hacerlo! El equipo de la Luftwaffe no ha perdido jamás sobre todo en territorios ocupados. ¡Es una orden! Si no perdéis seréis ejecutados.”
Los jugadores han escuchado en silencio. De regreso al terreno de juego, sin que se pusieran de acuerdo previamente, después de una breve incertidumbre, toman la decisión de seguir jugando. Marcan otro gol, y luego otro, hasta acabar ganado 5 – 1. Para el público ucraniano es el delirio. La parte alemana gruñe. Hay disparos al aire. Pero ninguno de los jugadores se inquieta todavía, porque piensan que los alemanes querrán lavar su afrenta sobre el terreno de juego.
Tres días más tarde se organiza un partido de revancha, cuya promoción se hace con un gran despliegue de carteles. Mientras tanto, los alemanes mandan venir de emergencia desde Berlín a jugadores profesionales para reforzar el equipo.
El segundo partido comienza. El estadio está nuevamente lleno a rebosar, pero esta vez, se han desplegado alrededor tropas de la SS, con la excusa oficial de mantener el orden. Los alemanes abren una vez más el marcador. Pero los ucranianos no se amilanan y vencen 5 – 3. Al acabar el partido, los seguidores ucranianos estallas de alegría, pero los jugadores están lívidos. Los alemanes disparan unos tiros. El césped se invade. En la confusión tres jugadores ucranianos desaparecen entre la multitud. Sobrevivirán a la guerra. El resto del equipo es arrestado, y cuatro jugadores son llevados inmediatamente a Babi Yar, donde se les ejecuta. De rodillas delante del barranco el capitán y guardameta, Nikolai Trusevich tiene tiempo de gritar, antes de recibir una bala en la nunca: “¡El deporte rojo no morirá jamás!” A continuación los demás jugadores serán asesinados también. Hoy en día hay un monumento dedicado a ellos delante del estadio del Dynamo.


Laurent Binet, HHhH, SeixBarral, Santiago de Chile 2011

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