De ambos clubes se dice que son
algo más que un simple club deportivo, y desde luego que sí, por lo general a
los merengues los identificamos con el centralismo nacional español, son ellos
también los portentos de esa España inventada por los reyes católicos Fernando
e Isabel, que en 1492 lograron por fin expulsar a los árabes y a los judíos de
Granada y de todos los reinos de la península.
Pero para peor fama, el Real
Madrid posee una infausta asociación con el fascismo. Cinco veces campeones de
Europa con el dictador deleitándose en las tribunas. Nefasta imagen que hoy sigue vigente; la
prepotencia del dinero, la envidia y la necesidad frenética del éxito embriaga
los vaivenes dirigenciales del club. Y es que algo hay de grosería, soberbia y
necedad en la actitud del siempre poderoso Real Madrid.
Por el lado contrario, los
catalanes simbolizan la oposición al centralismo castellano, comulgan con otra
lengua, son hasta cierto punto, separatistas, y antimonárquicos, pero lo que
más embellece estéticamente la concepción moral del Barcelona, es su vínculo histórico con las profundas
aspiraciones del pueblo organizado; amor a la resistencia, a la republica y
también a la anarquía, que entona innumerables y eufóricos himnos. Y aunque
estas sean cosas del pasado y ajenas al orden actual de lo real, son símbolos
que prevalecen, y es que somos muchos los que nos deleitamos con este tipo de
asociaciones, a veces arbitrarias.
He aquí entonces una curiosa
paradoja; el Real Madrid, tiene por entrenador a un portugués, Mourinho, tiene
por máxima figura también a otro portugués, Cristiano Ronaldo, dos portugueses
son también los leñadores que tienen atrás, Pepe y Marcelo, y como si esto
fuera poco tienen un número 9 francés ¿¡Francés!?, sí, Benzema.
Finalmente los supuestos portentos
de los valores nacionales están confiados en el mercado global, es decir se
entregan abiertamente a la magia de los extranjeros, pareciera ser que pese a todo el dinero que pudiesen invertir,
no hay muchos hábiles entre los castellanos, todo apunta a que incluso en los
países vecinos hay mejores jugadores. Y aunque esto realmente no sea algo
extraordinario, por el contrario algo común a las principales ligas europeas,
tenemos que si hacemos la comparación con el Barcelona aparecen algunas
curiosidades dignas de mención.
En el Barcelona, dijimos, tenemos
la imagen de los supuestos separatistas, los más antiespañoles de la península
junto a los vascos. Digamos también que en estos últimos seis años, es probable
que el Barcelona haya armado el mejor equipo de la historia del fútbol, con un
plantel esencialmente español, partiendo por su entrenador, Guardiola.
Iniesta, Pique, Puyol, Xavi, David
Villa, Fabregas, hoy todos en el
Barcelona, fueron los artífices del gran hito contemporáneo que consolida la
unificación española; la copa del mundo del 2010. En la génesis de esta enorme
gloria, está el Barcelona que le dio propiamente lo esencial al equipo, es
decir, su estilo; el fútbol ofensivo, vertiginoso y siempre combinado, a ras de
suelo y resolutivo en el área.
Los logros deportivos que han
alcanzado el último tiempo los peninsulares, le han dado alegría, fiesta y
jolgorio a todo un pueblo que en la experiencia de la gloria se regocija
reafirmando jovialmente su nacionalidad; la española. Por lo mismo nadie sabe
para quien trabaja, y nadie sabe que jarra finalmente llena. Barcelona y su
generosidad futbolística terminan por aclamar: Larga vida a España, aunque con
una salvedad, SIN REY.
VALE,
ANDRÉS VIDAL D.
1 Comments:
What a stuff of un-ambiguity and preserveness of precious familiarity about unexpected emotions.
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