Monday, November 30, 2009

Peñarol: Equipo Sudamericano del Siglo



“Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera”

Con esta frase, Frank Hudson dio por inaugurada, en las oficinas del ferrocarril en Villa Peñarol, en 1891, al club Central Uruguay Railway Cricket Club (CURCC), institución que hasta nuestros días -específicamente desde 1914-, es conocida simplemente como Peñarol. La frase fue pronunciada por Hudson en la ceremonia misma en que se firmó el acta de fundación y constituye, por así decirlo, el espíritu que todo aurinegro ha podido no sólo experimentar como promesa metafísica, sino que también corroborar a lo largo de la impresionante trayectoria del club. En septiembre de este año, Peñarol ha sido declarado el mejor club sudamericano del siglo por la Federación internacional de Historia y Estadística de Futbol, superando a Independiente y a Nacional (veáse la web site de la IFFHS). Palabra de Fútbol quiere tributar a este equipo, que después de vivir la gloria continental y mundial pasa hoy por un mal momento: su último campeonato uruguayo es del año 2003, y su último título internacional es la copa libertadores de 1987. Tal vez su historia, desde la gloria absoluta a la falta de poderío actual, sea análoga o paralela a la decadencia de la industria ferroviaria en el mundo de los medios de transporte (al menos en América latina), industria que está en el origen de dicha institución y de varias otras en Sudamérica que corren una suerte similar (Fernández Vial, Ferroviarios o Ferrocarril oeste, por ejemplo). Será interesante hacer un seguimiento a los equipos nacidos y fundados en el seno mismo de la mística de los trenes, pero ese es motivo de un artículo posterior.
Por ahora rindamos homenaje a este portento de la plata, para comenzar a medir el alcance que tuvo en la realidad la imaginación de sus fundadores y para concebir mejor el espacio que hoy ocupan esos colores en la mitología pelotera de nuestro continente. De alguna manera, todos en Sudamérica quieren ver andar de nuevo por los rieles a la brillante locomotora “Roquet”, inspiradora de los colores y metáfora del milagro de lo que funciona…de aquello que simplemente anda.

Corre el mes de Octubre, es el día 31. En Santiago de Chile se juegan los últimos minutos de la final de la copa libertadores del año 1987. En los dos encuentros anteriores, Peñarol y America de Cali (2-0 en Colombia para América y 2-1 para Peñarol en el centenario), no se han podido sacar la ventaja necesaria para llevarse la copa, sin embargo, los caleños están ahora a sólo tres minutos de alcanzar la gloria que les ha sido negada en las dos ediciones anteriores (justamente en los años 85 y 86 frente a Argentinos y River respectivamente). América ha llegado tres veces seguidas a la final de la Libertadores y ahora está a tres minutos de conseguir el esquivo título. El grupo de colombianos que constituía una parte del escaso público que acudió al estadio Nacional (hecho imperdonable para un país futbolizado) comienza a contar lo que queda, desde el diez hasta el uno. Acaban esa cuenta regresiva unas tres veces, llegan al uno y deben, impacientes, volver a comenzar. Quedan ahora quince segundos para que se acabe el partido, no hay espacio para estrategias ni técnicas. De pronto, la fatalidad y la gloria en un mismo espacio; Diego Aguirre toma la pelota, va hacia delante como un caballo de carrera frente la incredulidad de una defensa roja que de alguna manera permite el ingreso al área, que de alguna forma acepta o permite su destino trágico. Aguirre, a quién nada de esto le importa, se saca entonces de manera increíblemente fácil al último defensa y despacha un zurdazo que vence a Falcioni. (por favor revisen el siguiente youtube que contiene los relatos colombianos y uruguayos del mismo gol http://www.youtube.com/watch?v=6sXzyGE4TII&feature=related)
Se acabó el sueño del América, gracias a un milagro de último minuto.

Esta fue la última copa libertadores de Peñarol. Último logro internacional de un equipo que alzó cuatro copas previas (las del 60, 61, 66, 82) siendo esta la quinta y la tercera ganada en Chile, en el mismismo estadio Nacional, lugar mítico para los hinchas del “Manya”, uno de los tantos apodos de Peñarol (tales como Mirasoles, carboneros y aurinegros).

De los campeonatos nacionales de Uruguay, Peñarol ha ganado 45 entre amateurs y profesionales, mientras que Nacional ha ganado 40. Su época más brillante ha sido la de las temporadas de 1949, 1954, 1964, 1967, 1968, 1975 y 1978, años en los que se coronó de manera invicta.

La rivalidad entre Nacional y Peñarol merece una revisión, ya que se trata de una rivalidad mayor, nutrida de una historia llena de anécdotas y situaciones inverosímiles. El clásico se acerca a su 500 edición, de las cuales Peñarol ha ganado 179, Nacional 159, registrándose 156 empates. El origen ferroviario e inglés de Peñarol, contrasta con el origen criollo del que se jacta Nacional (club nacido durante un proceso de nacionalización y de ensalce de las costumbres nacionales). Dicha situación mezcla de política y folclore patrio, estalló en la cancha por primera vez el 15 de Julio de 1900, fecha en la que el en ese entonces CURCC se impuso 2-0. Esto ha vuelto con el tiempo a ambos equipos “irreconciliables”. Peñarol tiene la ventaja estadística con 36 títulos en la era profesional frente a 30 de Nacional; 5 copas libertadores, frente a 3 de el “Bolso”. En lo único en que empatan es en la consecución de la copa Intercontinental, que ambos clubes han ganado en tres oportunidades.
He aquí el breve relato de algunas anécdotas de estos clásicos:

“Uno muy recordado es el "Clásico de la Valija". El 25 de mayo de 1934, Peñarol y Nacional jugaron la final de la Copa Uruguaya del año anterior. Empataban 0-0 cuando un centro salió de la cancha, pegó en la valija del masajista albo, volvió al campo de juego y un jugador de Peñarol anotó el gol. El tanto fue anulado pero, por las protestas, los tricolores sufrieron dos expulsiones antes de reiniciarse el juego, que luego se suspendió por falta de luz. El 27 de agosto, en la reanudación, Nacional aguantó la igualdad con ocho jugadores y forzó un desempate, que ganó por 3-2 para ser campeón.
“Otra fecha presente en el corazón de Nacional es el 14 de diciembre de 1941, día de aquel 6-0 mencionado antes. Como la reserva también goleó, pero 4-0, se recuerda aquella jornada como "El Día del 10-0". Para defender su honor, los carboneros rememoran un 7-3 de 1911 como visitantes, cuando el club todavía se llamaba CURCC”.
“En octubre de 1949, Peñarol se imponía al cabo del primer tiempo por 2-0 y tenía dos hombres de más. Como Nacional no salió a disputar el complemento, los aurinegros lo bautizaron el "Clásico de la Fuga". "Llovió todo el partido pero apenas el árbitro anunció que habíamos ganado, ¡salió el sol!", recordó alguna vez el inolvidable Alcides Ghiggia.”
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La historia de Peñarol está llena de héroes y figuras, sin embargo, existe consenso acerca de quienes son aquellos que de manera excepcional han distinguido y engrandecido el nombre de la institución.
Del cancionero popular, décima dedicada a los campeones de 1905 :
“Cual gladiadores romanos
pisaron firmes la arena
Davies, Irisarri y Pena
los Carbone, dos hermanos
los Camacho, veteranos
los jugadores macucos
que con Zibecchi y Mañana
con Acevedo y Mazzucco
forman un cuadro que manda
un espléndido retruco”

José Piendibene, considerado el maestro del futbol en su época, jugó y ganó en Peñarol. Esta es su ficha técnica.
”Fue campeón sudamericano en 1916, 1917 y 1920. Surgido en el Huracán Pocitos paso a Peñarol, equipo con el que logro 5 campeonatos uruguayos ( 1911- 18-21-24-26-28) y sumo 253 goles. Baluarte del “equipo del 12” simbolizo el estilo de una generación del primer gran futbol uruguayo. Fue maestro indiscutido de un nuevo football, por su estrategia dentro de la cancha, por la profundidad de su juego, su amague simulador, su toque de tuya y mía y su elegante culminación que encendió la admiración de las multitudes amantes del espectáculo en que se convertía un encuentro de football”.
Podríamos engrosar la lista con figuras como Morena o Spencer, ídolos de la afición, gestores de triunfos insólitos, como aquél frente a River en el que los de “la banda” vencían 2-0 en la definición en Santiago (1966), hasta que su portero, Amadeo Carrizo, tuvo la torpe idea de hacer un lujo innecesario y provocador bajando un balón intrascendente con el pecho. Esto despertó el orgullo de Peñarol y la bien conocida garra charrúa (que por supuesto excede a Peñarol, y es extensiva a todo ese país futbolístico).En el segundo tiempo Peñarol lo empató con goles de Spencer y Abaadie, ganándolo en tiempo extra con goles nuevamente de Spencer y uno final de Rocha en el minuto 109.

Esto es sólo un extracto de la historia de Peñarol y a la vez un tributo a este equipo. Esperamos pronto continuar con Nacional y extender nuestra revisión a otros grandes caídos en desgracia, para no olvidar lo que alguna vez fueron y de cómo forjaron el prestigio y estilo de nuestro fútbol.
Esto es Palabra de Fútbol.


Ignacio Aguirre.

http://es.fifa.com/classicfootball/stories/classicderby/news/newsid=1060659.html
http://www.angelfire.com/pe2/manya/Siglo.htm

1 Comments:

Blogger Macabeo said...

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