Tuesday, June 27, 2006

El juego, el monoteísmo y la huida de los dioses; una pequeña meditación acerca del dolor (para la señorita P.)


"¡Dios, fórmula de toda calumnia del más acá, de toda mentira del más allá! ¡En Dios, divinizada la nada, santificada la voluntad de nada!..." (Friedrich Nietzsche)

¿Cómo podríamos huir del dolor, rechazarlo violentamente, vengarnos de él, negarlo y perderlo de vista? Bueno, quizás dándole un sentido más allá de toda realidad, una justificación moral que valide todo nuestro caminar mortal y endeble. El dolor, dentro de un orden moral del mundo, no tiene cabida, salvo como testimonio de una verdad mas oculta que todas las verdades, una verdad oculta que ilumina los rostros sabios de un grupo engreído de creyentes que abalan su exclusividad en materia de virtud, luz y bien. “La vida es injusta, ¿cómo Dios (aquel ente supremo de difícil-fácil acceso) puede permitir eso, como puede aceptar que mi pequeñito hijo cayera por esa ladera, para descansar mal herido al costado de un riachuelo que se pierde de vista?.” Es un castigo, algo no se ha hecho bien, hemos actuado sin corresponder a un designio divino, a aquel sublime pero imperioso y maligno orden moral del mundo. Es, en otras palabras, una pena, en su doble y misteriosa acepción; dolor y castigo. ¿Y en el fútbol? Llorones los hay por todos lados, personillas morbosas y ridículas que gritan y maldicen al cielo por la suerte que el juego les ha deparado. Llorones, ridículamente infantiles, hermosamente ingenuos, que se vengan apuntando al juez de su “mal” cometido. “Nosotros, los inocentes, creemos que aquel hombre de negro (o amarillo, o rojo, dependiendo de los gustos y modas imperantes) es el culpable de nuestro fatal destino. ¡Nos hace sufrir, maldición!. Hay que juzgar-lo, condenar-lo, hacer que se arrepienta. Mi desgracia debe convertirse en su desgracia. El dolor que el azar nos dispone, rechazarlo, darle la espalada. El juego, la vida, no debe venir junto con eso. Y si es así, la apuntamos, la juzgamos, la condenamos. No tiene sentido, dirán aquellos hombrecillos de sotanas invisibles, que el juego contenga dolor. Un resentimiento tan infantil que quizás a algunos se le lleguen a humedecer sus ojos. ¿No se nos viene al recuerdo la fatalidad de la tragedia, aquella que afirma el dolor y se pone en disposición a los oscuro y tenebroso de lo Otro que lo humano, a los dioses? Aquella palabra alemana Leidenschaft, pasión, contiene a la vez leiden, padecer, enfermedad, sufrimiento. (incluso resuena en la palabra wissenschaft, ciencia, cosa que da infinitamente que pensar). Podemos maldecir y dar la espalda a la fatalidad, mas no por eso ella nos deja de observar sin ser vista. Los dioses se repliegan en un umbral desconocido. El resentimiento de algunos participantes del juego raya en la crueldad sin compasión, creando un solo Dios (o justicia, o bien, o luz, o virtud, o saber, etc) a su medida, a su necesidad de odio, denegando su pesada responsabilidad. Pero el juego una y otra vez los bofetea en su cara. Y lloran y lloran y lloran sin parar, y cuando la suerte les trae algún instante grosero de gloria, hablan de que al fin la voluntad divina les ha favorecido, la promesa incumplible se ha cumplido. Un espectáculo ingenuo, terrible y triste, pero inevitable.

luis felipe oyarzún montes

8 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Mmm... la firmeza de estas palabras me hace conjeturar que aquella cabeza que asentía frente a mi discurso no se doblegaba producto de la empatía hacia quien escribe, sino más bien motivada por los efectos de algún estupefaciente blando. Y bué, sólo me resta precisar una cosa que tu (buen) escrito me despierta: olvidas que el sentido (entendido como cierta concatenación) que puede aplacar o encauzar (no anular) el dolor puede estar en-el-mundo. Y para vincular esto con el fútbol, podría sugerir que algo de sentido hay en el juego, algo que funciona como una fuente de fuerza para sobreponerse a la decepción ante los partidos perdidos y la frustración ante los fracasos. Si no, nadie se expondría a seguir apoyando a su equipo aún cuando éste los defraude una y otra vez (a esto hay que sumar una cierta expectativa de triunfo, claro está). Eso. Y gracias por la dedicatoria.

8:19 AM  
Anonymous Anonymous said...

El asunto aquí es atribuirle al dolor un sentido más allá de esta vida, por ende, hacer de esta vida un sin-sentido. Objetivando el dolor como problema, se intenta recetar alguna solución para remediarlo. La noción de vida eterna, de premio y de pecado parecen buenas medidas. Y en nuestro mundo moderno, cirujías estéticas, psicologos, confesionarios, etc, ven el dolor como un externo que hay que eliminar. Pero quizas si pensamos en la unidad de los contrarios, el dolor puede ser idealizado como "sabiduría de este mundo". A esto Nietzsche lo denominó visión dionisiaca del mundo.
Me extenderia, mas el espacio es pequeño.

12:51 PM  
Anonymous Anonymous said...

Lo de la cabeza era sólo una talla introductoria.
Que te vaya bien

4:18 PM  
Anonymous Anonymous said...

pensar que es justo ahi en el juego donde radica el sentido y no en otro lugar. Y es allí en el juego donde lo otro nos exige responder a su llamado; quizas respon-sabilidad tenga esa connotación; respon-der al otro y del otro. esto creo sería un pensamiento ético sin miras a un promesa del más allá.

igual a ti.

5:55 PM  
Anonymous Anonymous said...

de acuerdo

3:26 PM  
Anonymous Anonymous said...

y la musica.. será tambien una respuesta responsable a algún otro? escucho los cuartetos op.131.de beethoven. hermmosos y agonizantes.

7:58 AM  
Anonymous Anonymous said...

...y el canto dionisiaco de la barra.

9:49 AM  
Blogger Boz said...

sera el arbtiro saquero algo asi como un demonio enviado por satanas?

salu2

9:31 AM  

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