Friday, August 18, 2006

Adonde se fueron los ingleses (Abramovich, Solabarrieta y otros seres nefastos)





A veces me pongo a pensar que sería del fútbol chileno si sólo jugaran argentinos en él. ¿Sería mejor? Quizás. Pero, ¿seguiría siendo nuestro? ¿Seguiría siendo interesante para un chileno ir a la cancha a ver a un club que no muestra las virtudes de ningún compatriota? Por lo mismo, es interesante hacer este ejercicio desde la perspectiva mucho más radical de un inglés: ¿Qué sentirá un hincha del Arsenal al ver salir su equipo a la cancha sin ningún inglés en la oncena inicial?

Cualquiera puede pensar que la “extranjerización” del fútbol inglés responde a una necesidad de progreso y de evolución táctica que, presumiblemente, los jugadores ingleses no eran capaces de ofrecer a los técnicos de turno. Constantemente he escuchado de periodistas deportivos las frases que “desde que el mercado inglés se abrió” o “desde que comenzaron a llegar extranjeros a Inglaterra” el nivel del fútbol inglés creció notablemente, aumentando en competitividad. Un periodista deportivo que hoy triunfa en la televisión por cable una vez dijo que los clubes ingleses, desde que comenzaron a extranjerizarse, se hicieron huesos más duros de roer en las competencias europeas de clubes. Mayúscula estupidez de este periodista. Probablemente muchos piensan igual, pero las frías estadísticas no.

Basta preguntarse: Desde que llegan extranjeros a Inglaterra, ¿Cuántas Copas de Campeones de Europa han ganado equipos ingleses? Sólo dos. Aquel Manchester United de la temporada 1998/1999, con aquel par de míticos goles a última hora de Teddy Sheringham y del noruego Solskjaer, ante el Bayern Munich, y el Liverpool de la temporada 2004/2005, que curiosamente terminó en un mediocre séptimo lugar en su liga esa temporada.

Cuando jugaban prácticamente puros ingleses, ¿Cuántas Copas de Campeones de Europa levantaron equipos ingleses? 8. Notable resulta el hecho de que entre las 8 temporadas comprendidas entre las campañas 1976/1977 y 1983/1984, de las 8 Copas Europeas en disputa, 7 fueron alzadas por equipos ingleses (4 por Liverpool –liderados por un crack como Kevin Keegan-, 3 por Nottingham Forest –con el ya veterano Shilton en el arco- y 1 vez por Aston Villa).

No sólo estas estadísticas reflejan que lo dicho por aquel periodista deportivo dista de ser cierto. Es probable que su concepto de competitividad se circunscriba al hecho de que hoy en día la liga inglesa ofrece contrataciones millonarias y la posibilidad de ver “estrellas” del fútbol mundial en ella. Pero el hecho de que se inviertan millones de euros en una liga no la hace, en absoluto, más competitiva. Ello lo demuestran las estadísticas, que por muy frías que sean, algo dicen. Por lo demás, la llegada de tal cantidad de jugadores extranjeros no es sino contraproducente para el fútbol inglés: ello obliga a la competitividad del fútbol inglés a depender de la cantidad de millones de euros que se tengan para armar un equipo y no como antes, en que la posibilidad de evolución, progreso y desarrollo de la competitividad de la liga emanaba directamente de las divisiones inferiores, de las cuales se extraían jugadores ingleses de calidad. Hoy en día, la llegada de extranjeros obstruye la llegada de jugadores ingleses a los primeros equipos, situación que progresivamente irá desencadenando que cada vez más se tenga que depender de los euros, y no de un verdadero trabajo de calidad en las divisiones inferiores que los ingleses muy bien saben desarrollar. O sea, sacrificamos trabajo de las inferiores, posibilidad de que surjan jugadores identificados con el club, nacidos en la ciudad del mismo y el sueño de niños ingleses de vestir la camiseta del club que su abuelo alentaba desde la década del ‘30. Es decir, sacrificamos la esencia misma del fútbol por el cochino dinero.

Desde la creación de la Premier League, en el año 1991, se favoreció la llegada de jugadores extranjeros. Pero, en un principio, parecía claro que la entrada de jugadores extranjeros quedaba supeditada a que éstos fueran reales aportes en cuanto a calidad para sus respectivos equipos. En los primeros años de la Premier League, llegaron jugadores de la talla del francés Eric Cantona, o del ruso Andrei Kanchelskis. Posteriormente, con la explosión que generó el caso Bosman en la FIFA, y que permitió el libre tránsito de jugadores comunitarios, esta situación no varío: los jugadores ingleses seguían siendo la materia prima principal para los equipos. Fue a partir del año 2000 donde la situación se convirtió en la locura que hoy conocemos.

Las mejores temporadas, a mi gusto, fueron entre las campañas 1993/1994 y 1998/1999. Recuerdo aquel equipo del ahora marketero Manchester United, con jugadores 100% ingleses como Bryan Robson, Gary Pallister y Paul Ince, el joven galés Ryan Giggs, producto de las inferiores, el otro galés del equipo, Clayton Blackmore y el delantero escocés Brian McClair. Creo recordar como único extranjero de aquellos años, aparte de Cantona, a Kanchelskis y al portero danés Peter Schmeichel. El resto de ese Manchester que ganó cuanto torneo se jugó en Inglaterra en ese período era nacido y criado en la isla. Ni pensar en traer un coreano para vender camisetas en Asia, como hoy en día ¿O acaso alguien me va a decir que a Park lo trajeron porque es bueno?

La temporada más memorable fue la campaña 94/95, en la que el Blackburn Rovers le robó el título al Manchester United. Por suerte, tengo todavía grabado el partido en que, a dos jornadas del final de la liga, el Blackburn derrotó por 3-2 al Manchester, dejándolo en el segundo lugar, un punto abajo. En ese Blackburn la rompía un futuro crack: Alan Shearer, cuando aún era fanático de la bebida. Recién llegado del Southampton, rompió cuanta red tuvo en frente. Jugaba arriba con Chris Sutton. Malo, pero cabeceaba bien, no como hoy, en que los jugadores altos no saben cabecear (caso crónico Peter Crouch). Y atrás paraba todo a punta de foul táctico el escocés Colin Hendry, quizás el jugador más albino y más sucio (después de Vinny Jones) de la historia del fútbol.

Especial nostalgia siento por la imagen del georgiano Georgiou Kinkladze, en aquella época recién llegado desde su natal Georgia para defender la camiseta del Manchester City, llorando y besando la camiseta después del último partido de la liga, en el cual se consumó el descenso del City. Como consuelo quedó el hecho de que Kinkladze fuera incluido en el equipo de la temporada por los expertos, porque era el equipo completo del City por esos años. Un verdadero aporte extranjero. Por ahí andaba también un mediocampista del Southampton, Matthew Le Tissier. Muchas veces resistido por la parcialidad inglesa por el origen francés de su apellido, haría hoy en día que los tiros libres de Beckham parecieran ladrillos. Por su apellido quizás, fue injustamente no considerado en varias oportunidades para la selección inglesa, pero alcanzó a debutar por la selección, formando con Paul Gascoigne y David Platt un mediocampo de verdadero lujo.

Es esta una verdadera época del fútbol inglés. Hoy en día, es triste ver a los clubes llenos de millones y figuras, pero vacíos de corazón y carentes de jugadores ingleses que hagan pensar en la posibilidad de desarrollarse en base a trabajo desde las inferiores en vez de cada vez poner más millones en la mesa.

Atrás quedó la época en que jugadores hacían toda su carrera en el club, como los ilustres Lee Dixon y Tony Adams, quienes sólo conocieron la camiseta de los Gunners en sus 20 años de carrera. Ahora son reemplazados por jugadores transferidos al club por cifras millonarias. Quizás el último gran baluarte es Dennis Bergkamp, quien, lamentablemente, acaba de retirarse y que, a pesar de ser holandés, fue uno de los primeros jugadores extranjeros en radicarse definitivamente en Inglaterra y permanecer por más de 10 temporadas en el cuadro londinense.

Por si fuera poco, el nombre del nuevo estadio del Arsenal merece reparos. Sacrificar un estadio con tanta historia como Highbury, para construir uno de nombre “Emirates Stadium” no merece mayor comentario. He aquí el ejemplo más notorio de la influencia que el flujo de cash ha tenido sobre los clubes ingleses. No sólo el estadio lleva ese nombre: el sponsor de la camiseta también dice Emirates (o algo así). Todo porque a algún jeque árabe aburrido se le ocurrió meter plata. No creo que Nick Hornby hoy, como está su querido Arsenal, escribiera “Fever Pitch”. No sería lo mismo leer en tan potente novela en vez de “Highbury”, “Emirates Stadium”, o que en vez de hablar de las borracheras de Paul Merson hable de los millones de euros que gana el portero Lehmann. Nico Peric cobra más barato y ataja el triple. O Héctor Barra, de O’Higgins.

Por otro lado, no culpo a Eriksson del fracaso de Inglaterra en el Mundial y de que nunca pudo desplegar un buen fútbol. No estamos en la época de Terry Venables, cuando armar la selección inglesa era un verdadero dolor de cabeza para el técnico. Los 23 hombres del Mundial son probablemente los 23 jugadores ingleses que tienen actividad en sus clubes en la Premier League (con la salvedad del insignificante de Beckham, que juega en el equipo más detestable de todos, que pronto será objeto de mi crítica). Quizás Eriksson se vio obligado a llevar a jugadores que no estaban en su nivel dado que el abanico para elegir los 23 no era amplio. De otra forma, no se explica que Crouch haya sido titular. Un tipo que mide 2 metros, torpe como él solo, y que ni siquiera cabecea bien. Si Heidi González se nacionalizaba inglés, yo lo llevaba a él, con 39 años, antes que a Crouch. O al Bototo Illesca, o hasta a Pinilla con tres minas guardadas en el camarín. A cualquiera.

La culpa no fue de Eriksson, fue de la “extranjerización”, que todos piensan es tan beneficiosa, de la liga inglesa. Eriksson igual es un ratón y un boludo, pero cualquiera que hubiere dirigido la selección inglesa no hacía más que lo que se hizo.

Lo que más me asusta de todo es que, tanto como por la globalización como por la entrada de demasiado capital extranjero a los clubes ingleses, los ingleses ya no ven el fútbol como lo que es en esencia, sino más bien como un show. Un show de primer nivel, con los mejores artistas y performers del mundo, por el cual se paga una entrada carísima. Tal y como los japoneses, que van al estadio, les llevan un menú, los sientan en una mesa, y el mesero japonés explotado los atiende mientras el partido se juega en la cancha al costado. Si quiero, miro. Si la comida está buena, mejor como. Si hay gol de mi equipo, aplaudo. Si hay gol del rival, y es un gol bueno, aplaudo igual. El fútbol no es un show, no es un espectáculo artístico, ni un entretenimiento: es una guerra en que 22 gladiadores calzan sus mejores vestimentas, sacan sus mejores armas, y defienden su territorio (su cancha) y a su pueblo (hinchada).
Ojalá que en un país con tanta tradición futbolera como en Inglaterra, la “extranjerización” del fútbol no termine de acabar con el fútbol inglés y, particularmente, con los futbolistas ingleses. (al hablar de tradición futbolera no me refiero a lo que los periodistas deportivos califican como cuántos títulos mundiales ha obtenido un país o cuanta plata mueve su liga, sino al hecho de que en dicho país se respire fútbol). De lo contrario, a lo mejor la plantilla de la selección inglesa del Mundial del 2010 estará conformada por jugadores del Luton Town, Macclesfield, Huddersfield, Northampton Town y todos aquellos clubes sagrados que hicieron mi infancia más que especial. O incluso, podría ser que Irlanda del Norte los deje afuera. Quién sabe. Sólo Abramovich lo sabe.

Señores, esto es palabra de fútbol.

Sebastián Santamaría

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

gran artículo. Solabarrieta sabe muy poco acerca de lo que esta hablando. Verlo en el mundial de basketball es un deleite. Que terrible.

4:38 PM  
Anonymous Anonymous said...

excelente artículo. bien escrito, claro y entretendido. Felicitaciones, muy certero.

3:54 PM  
Blogger Sergio Coddou said...

Excelente Senastián. Notable artículo con indesmentibles argumentos. Sería bueno de una vez por todas hacer algo para sacar a Sobalaprieta de las transmisiones deportivas (o al menos de las de fútbol y tenis). Espero un análisis tuyo y del equipo de PdF acerca de las causas de la pobreza del campeonato nacional y la decadencia del fútbol chileno
Un abrazo primo

12:20 PM  
Anonymous Anonymous said...

bueno el articulo, datos notables de aquella decada de oro del futbol ingles

ojala el arsenal este año tenga algun ingles en cancha

1:34 PM  

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