Palabra de Fútbol

Wednesday, August 23, 2006

El futbol y sus mujeres.


Algo acontece en el aíre del turbio entusiasmo de la muchedumbre. Crecen como setas en el prado los puntos de recreación donde las ligas femeninas y los empresarios del rubro se dan amorosamente las manos. Por otro lado (¿o por el mismo?) crece el ansia de igualdad a toda costa, palabras que nos otorgan el estatutos de “progresistas”, es decir, en la jerarquía de valores y virtudes, en las cimas del pensamiento contemporáneo. Ligas femeninas, leyes que estableces de forma apremiante y angustiante igualdad de escaños en los parlamentos, etc, varios signos que nos trae el viento de nuestro tiempo. A raíz de esto podemos de-morar por un momento para pensar. Detenernos en la orilla de un río que todo arrastra. “Voluntad de igualdad”, ¿qué nos dicen estas palabras “justas” y “buenas”. Y ¿qué nos dicen estas palabras, “odio”, “venganza”, “resentimiento”, “demencia”? Muchos promulgan una tabla igualitaria para todos, hombres y mujeres. “todos deben ser iguales”. ¿No se escuchará en estas palabras la voz de la impotencia desgarrada? ¿Y en el caso de las ligas femeninas, la impotencia de no PODER crear algo por sobre los valores que el hombre ha impuesto a lo largo de siglos? Quizás esta represión silenciosa habla a través del ruido que hacen los molinos llanos de la igualdad, la incapacidad de crear lo nuevo, la fatiga que conlleva la desigualdad. “Somos justos y hacemos para todos y todas ligas de fútbol. La igualdad virtuosa nos guía en nuestro camino”-murmullan los empresarios cuando cuentan el dinero que sus ligas le han dejado. ¿Y ese entusiasmo que se ve en los ojos de aquellas mujeres que corren de detras de una pelota? Quizás no sea el entusiasmo del corazón, sino de la venganza, la envidia fría y sutil. Alguien dijo “lo que el padre calló, eso habla el hijo: y a menudo he encontrado que el hijo era el desvelado secreto del padre”. Siglos de represión, enclaustramiento, provoca odio en el corazón más sublime. La envidia cercena el poder creador. “Ellos han sido de este modo. ¡Demostrémosles que también nosotras lo podemos hacer!” Y vaya que lo hacen bien. He visto mujeres mover la pelota como yo solo en sueños lo he hecho, con una zurda que debería provocar la envidia de los magros profesionales que nos hacen perder dinero en la entrada (sumada a la belleza de los movimientos). No se confundan estas palabras; no hay nada de malo en ello. Tampoco algo bueno. ¿O es que acaso he hablado aquí de valores buenos y malos? Los sentidos son inocentes, dijo por ahí un caminante de las montañas. Si pensamos desde allí, podemos preguntarnos, sólo por curiosidad, ¿en el fútbol femenino, se abre el entusiasmo del juego y la virtud, o el sombrío entusiasmo de la envidia, el castigo, y la venganza?.

luis felipe oyarzún montes

Friday, August 18, 2006

Adonde se fueron los ingleses (Abramovich, Solabarrieta y otros seres nefastos)





A veces me pongo a pensar que sería del fútbol chileno si sólo jugaran argentinos en él. ¿Sería mejor? Quizás. Pero, ¿seguiría siendo nuestro? ¿Seguiría siendo interesante para un chileno ir a la cancha a ver a un club que no muestra las virtudes de ningún compatriota? Por lo mismo, es interesante hacer este ejercicio desde la perspectiva mucho más radical de un inglés: ¿Qué sentirá un hincha del Arsenal al ver salir su equipo a la cancha sin ningún inglés en la oncena inicial?

Cualquiera puede pensar que la “extranjerización” del fútbol inglés responde a una necesidad de progreso y de evolución táctica que, presumiblemente, los jugadores ingleses no eran capaces de ofrecer a los técnicos de turno. Constantemente he escuchado de periodistas deportivos las frases que “desde que el mercado inglés se abrió” o “desde que comenzaron a llegar extranjeros a Inglaterra” el nivel del fútbol inglés creció notablemente, aumentando en competitividad. Un periodista deportivo que hoy triunfa en la televisión por cable una vez dijo que los clubes ingleses, desde que comenzaron a extranjerizarse, se hicieron huesos más duros de roer en las competencias europeas de clubes. Mayúscula estupidez de este periodista. Probablemente muchos piensan igual, pero las frías estadísticas no.

Basta preguntarse: Desde que llegan extranjeros a Inglaterra, ¿Cuántas Copas de Campeones de Europa han ganado equipos ingleses? Sólo dos. Aquel Manchester United de la temporada 1998/1999, con aquel par de míticos goles a última hora de Teddy Sheringham y del noruego Solskjaer, ante el Bayern Munich, y el Liverpool de la temporada 2004/2005, que curiosamente terminó en un mediocre séptimo lugar en su liga esa temporada.

Cuando jugaban prácticamente puros ingleses, ¿Cuántas Copas de Campeones de Europa levantaron equipos ingleses? 8. Notable resulta el hecho de que entre las 8 temporadas comprendidas entre las campañas 1976/1977 y 1983/1984, de las 8 Copas Europeas en disputa, 7 fueron alzadas por equipos ingleses (4 por Liverpool –liderados por un crack como Kevin Keegan-, 3 por Nottingham Forest –con el ya veterano Shilton en el arco- y 1 vez por Aston Villa).

No sólo estas estadísticas reflejan que lo dicho por aquel periodista deportivo dista de ser cierto. Es probable que su concepto de competitividad se circunscriba al hecho de que hoy en día la liga inglesa ofrece contrataciones millonarias y la posibilidad de ver “estrellas” del fútbol mundial en ella. Pero el hecho de que se inviertan millones de euros en una liga no la hace, en absoluto, más competitiva. Ello lo demuestran las estadísticas, que por muy frías que sean, algo dicen. Por lo demás, la llegada de tal cantidad de jugadores extranjeros no es sino contraproducente para el fútbol inglés: ello obliga a la competitividad del fútbol inglés a depender de la cantidad de millones de euros que se tengan para armar un equipo y no como antes, en que la posibilidad de evolución, progreso y desarrollo de la competitividad de la liga emanaba directamente de las divisiones inferiores, de las cuales se extraían jugadores ingleses de calidad. Hoy en día, la llegada de extranjeros obstruye la llegada de jugadores ingleses a los primeros equipos, situación que progresivamente irá desencadenando que cada vez más se tenga que depender de los euros, y no de un verdadero trabajo de calidad en las divisiones inferiores que los ingleses muy bien saben desarrollar. O sea, sacrificamos trabajo de las inferiores, posibilidad de que surjan jugadores identificados con el club, nacidos en la ciudad del mismo y el sueño de niños ingleses de vestir la camiseta del club que su abuelo alentaba desde la década del ‘30. Es decir, sacrificamos la esencia misma del fútbol por el cochino dinero.

Desde la creación de la Premier League, en el año 1991, se favoreció la llegada de jugadores extranjeros. Pero, en un principio, parecía claro que la entrada de jugadores extranjeros quedaba supeditada a que éstos fueran reales aportes en cuanto a calidad para sus respectivos equipos. En los primeros años de la Premier League, llegaron jugadores de la talla del francés Eric Cantona, o del ruso Andrei Kanchelskis. Posteriormente, con la explosión que generó el caso Bosman en la FIFA, y que permitió el libre tránsito de jugadores comunitarios, esta situación no varío: los jugadores ingleses seguían siendo la materia prima principal para los equipos. Fue a partir del año 2000 donde la situación se convirtió en la locura que hoy conocemos.

Las mejores temporadas, a mi gusto, fueron entre las campañas 1993/1994 y 1998/1999. Recuerdo aquel equipo del ahora marketero Manchester United, con jugadores 100% ingleses como Bryan Robson, Gary Pallister y Paul Ince, el joven galés Ryan Giggs, producto de las inferiores, el otro galés del equipo, Clayton Blackmore y el delantero escocés Brian McClair. Creo recordar como único extranjero de aquellos años, aparte de Cantona, a Kanchelskis y al portero danés Peter Schmeichel. El resto de ese Manchester que ganó cuanto torneo se jugó en Inglaterra en ese período era nacido y criado en la isla. Ni pensar en traer un coreano para vender camisetas en Asia, como hoy en día ¿O acaso alguien me va a decir que a Park lo trajeron porque es bueno?

La temporada más memorable fue la campaña 94/95, en la que el Blackburn Rovers le robó el título al Manchester United. Por suerte, tengo todavía grabado el partido en que, a dos jornadas del final de la liga, el Blackburn derrotó por 3-2 al Manchester, dejándolo en el segundo lugar, un punto abajo. En ese Blackburn la rompía un futuro crack: Alan Shearer, cuando aún era fanático de la bebida. Recién llegado del Southampton, rompió cuanta red tuvo en frente. Jugaba arriba con Chris Sutton. Malo, pero cabeceaba bien, no como hoy, en que los jugadores altos no saben cabecear (caso crónico Peter Crouch). Y atrás paraba todo a punta de foul táctico el escocés Colin Hendry, quizás el jugador más albino y más sucio (después de Vinny Jones) de la historia del fútbol.

Especial nostalgia siento por la imagen del georgiano Georgiou Kinkladze, en aquella época recién llegado desde su natal Georgia para defender la camiseta del Manchester City, llorando y besando la camiseta después del último partido de la liga, en el cual se consumó el descenso del City. Como consuelo quedó el hecho de que Kinkladze fuera incluido en el equipo de la temporada por los expertos, porque era el equipo completo del City por esos años. Un verdadero aporte extranjero. Por ahí andaba también un mediocampista del Southampton, Matthew Le Tissier. Muchas veces resistido por la parcialidad inglesa por el origen francés de su apellido, haría hoy en día que los tiros libres de Beckham parecieran ladrillos. Por su apellido quizás, fue injustamente no considerado en varias oportunidades para la selección inglesa, pero alcanzó a debutar por la selección, formando con Paul Gascoigne y David Platt un mediocampo de verdadero lujo.

Es esta una verdadera época del fútbol inglés. Hoy en día, es triste ver a los clubes llenos de millones y figuras, pero vacíos de corazón y carentes de jugadores ingleses que hagan pensar en la posibilidad de desarrollarse en base a trabajo desde las inferiores en vez de cada vez poner más millones en la mesa.

Atrás quedó la época en que jugadores hacían toda su carrera en el club, como los ilustres Lee Dixon y Tony Adams, quienes sólo conocieron la camiseta de los Gunners en sus 20 años de carrera. Ahora son reemplazados por jugadores transferidos al club por cifras millonarias. Quizás el último gran baluarte es Dennis Bergkamp, quien, lamentablemente, acaba de retirarse y que, a pesar de ser holandés, fue uno de los primeros jugadores extranjeros en radicarse definitivamente en Inglaterra y permanecer por más de 10 temporadas en el cuadro londinense.

Por si fuera poco, el nombre del nuevo estadio del Arsenal merece reparos. Sacrificar un estadio con tanta historia como Highbury, para construir uno de nombre “Emirates Stadium” no merece mayor comentario. He aquí el ejemplo más notorio de la influencia que el flujo de cash ha tenido sobre los clubes ingleses. No sólo el estadio lleva ese nombre: el sponsor de la camiseta también dice Emirates (o algo así). Todo porque a algún jeque árabe aburrido se le ocurrió meter plata. No creo que Nick Hornby hoy, como está su querido Arsenal, escribiera “Fever Pitch”. No sería lo mismo leer en tan potente novela en vez de “Highbury”, “Emirates Stadium”, o que en vez de hablar de las borracheras de Paul Merson hable de los millones de euros que gana el portero Lehmann. Nico Peric cobra más barato y ataja el triple. O Héctor Barra, de O’Higgins.

Por otro lado, no culpo a Eriksson del fracaso de Inglaterra en el Mundial y de que nunca pudo desplegar un buen fútbol. No estamos en la época de Terry Venables, cuando armar la selección inglesa era un verdadero dolor de cabeza para el técnico. Los 23 hombres del Mundial son probablemente los 23 jugadores ingleses que tienen actividad en sus clubes en la Premier League (con la salvedad del insignificante de Beckham, que juega en el equipo más detestable de todos, que pronto será objeto de mi crítica). Quizás Eriksson se vio obligado a llevar a jugadores que no estaban en su nivel dado que el abanico para elegir los 23 no era amplio. De otra forma, no se explica que Crouch haya sido titular. Un tipo que mide 2 metros, torpe como él solo, y que ni siquiera cabecea bien. Si Heidi González se nacionalizaba inglés, yo lo llevaba a él, con 39 años, antes que a Crouch. O al Bototo Illesca, o hasta a Pinilla con tres minas guardadas en el camarín. A cualquiera.

La culpa no fue de Eriksson, fue de la “extranjerización”, que todos piensan es tan beneficiosa, de la liga inglesa. Eriksson igual es un ratón y un boludo, pero cualquiera que hubiere dirigido la selección inglesa no hacía más que lo que se hizo.

Lo que más me asusta de todo es que, tanto como por la globalización como por la entrada de demasiado capital extranjero a los clubes ingleses, los ingleses ya no ven el fútbol como lo que es en esencia, sino más bien como un show. Un show de primer nivel, con los mejores artistas y performers del mundo, por el cual se paga una entrada carísima. Tal y como los japoneses, que van al estadio, les llevan un menú, los sientan en una mesa, y el mesero japonés explotado los atiende mientras el partido se juega en la cancha al costado. Si quiero, miro. Si la comida está buena, mejor como. Si hay gol de mi equipo, aplaudo. Si hay gol del rival, y es un gol bueno, aplaudo igual. El fútbol no es un show, no es un espectáculo artístico, ni un entretenimiento: es una guerra en que 22 gladiadores calzan sus mejores vestimentas, sacan sus mejores armas, y defienden su territorio (su cancha) y a su pueblo (hinchada).
Ojalá que en un país con tanta tradición futbolera como en Inglaterra, la “extranjerización” del fútbol no termine de acabar con el fútbol inglés y, particularmente, con los futbolistas ingleses. (al hablar de tradición futbolera no me refiero a lo que los periodistas deportivos califican como cuántos títulos mundiales ha obtenido un país o cuanta plata mueve su liga, sino al hecho de que en dicho país se respire fútbol). De lo contrario, a lo mejor la plantilla de la selección inglesa del Mundial del 2010 estará conformada por jugadores del Luton Town, Macclesfield, Huddersfield, Northampton Town y todos aquellos clubes sagrados que hicieron mi infancia más que especial. O incluso, podría ser que Irlanda del Norte los deje afuera. Quién sabe. Sólo Abramovich lo sabe.

Señores, esto es palabra de fútbol.

Sebastián Santamaría

Monday, August 14, 2006

Nike, Puma y la ilusión afro-latina


Las grandes marcas comerciales no han tenido ningún problema en arrasar en unos cuantos segundos de propaganda con la historia de la acumulación del capital. La alemana Puma(corríganme si no es cierto) y la norteamericana Nike, han lanzado sendas campañas comerciales, con ocasión del mundial, mostrando escenas de la sabana africana y sus habitantes jugando descalzos corriendo tras balones de hule, de caucho o de papel. No han escatimado en recursos ni en descaro. Después de vapulear un continente entero, en forma de Estados, hoy los vapulean en forma de empresas. No se han cansado de demostrarle al mundo que los "negritos" son bonitos y buenos para la pelota. No se han cansado de mostrarnos modelos y no se han cansado de generar ilusión en miles de jóvenes africanos y latinos. Se olvidan del problema migratorio detrás de ellos. Por citar un ejemplo, en Francia, caso paradigmático de la maquina de importar panteras negras, la mayoría de los casos de jugadores que se ilusionan con debutar en la primera liga gala terminan con inmigrantes deportados o acumulando la lista de excluidos sociales de las diferentes ciudades (consultar el artículo Planeta Fútbol, en Le Monde Diplomatique, Junio 2006). Se olvidan que nos cagaron durante cientos de años. Se olvidan que hoy toda la indumentaria deportiva la confeccionan gente de nuestros paises. Se olvidan que generan miseria, casi como nuestro conocido Mauricio Israel. Se olvidan que nos pardearon la gana, como decía un poeta español. Se olvidan que de tanto comercial le mataron a Ronaldinho la alegría de jugar en un mundial. Se olvidan de que hay mucho huevón malo que gasta una fortuna en esos zapatos y que no juegan ni en bajada y que terminan sus vidas con sus sueños frustrados. Se olvidan de que en toda Europa cada vez compran a los jugadores a más corta edad (hay casos de jugadores de 10 años que ya están vendidos), quitándoles toda la alegría de las picados, alejándolos de sus casas y costumbres. Se olvidan de todo esto y muestran las callejuelas latinas o los áridos desiertos africanos con niños descalzos corriendo tras un balón. ¿Hay acaso algún sentido de la ética? ¿Fueron esos jodidos cabrones (me refiero a todo el órgano, a la cúpula de aquellas marcas) alguna vez al ramo de responsabilidad social en sus escuelas de marketing? ¿Tendrán esos cabrones a sus hijos jugando así, descalzos? ¿Tendrán esos cabrones idea de cuanta joda me provocan los pendejos disfrazados del catálogo que manda Falabella los días Domingo? Tíos, yo se que hay pocas opciones viables. Sé que Deportes Capurro y Armando Saffie cerraron. Se que Deportes Player se mantiene a duras penas en el pasaje Phillips. Sé que los zapatos Penta y los Jet y los Soccer quebraron (¿o no?). Pero podemos hacer un esfuerzo amigos. Y esto no se trata de una guerra contra el capital (¿o si?), sino de una guerra contra el mal gusto de aquellas empresas, contra el descaro y contra los frescos. Señores, esto es Palabra de Fútbol.

Friday, August 11, 2006

En el mismo espacio.

La disposición de casas, cafés, el barrio
que he visto y andado durante tantos años:

Te creé siendo feliz, estando triste,
con tantos incidentes, tantos detalles.

Y por mí, todo tú te has transformado en sentimiento.

KAVAFIS.


A veces resulta bueno alejarse del acontecer futbolístico oficial, cerrar los ojos a su devenir para luego abrirlos y observar los cambios, la red de múltiples acontecimientos que ahora le componen. Es bueno o, más bien, constituye una necesidad, anestesiar o anular por un momento el delirio siempre exigente hacia el fútbol y dormir; soñar que era una pasión inútil.
Sin embargo, la rueda gira inevitablemente, y luego de ese tiempo de hastío de fútbol, propio de una época posterior a un Mundial y de creciente decepción frente a la monótona decadencia del fútbol criollo, viene la inevitable vuelta, el inexplicable florecimiento de la pasión, el despertar de ese sueño. El sentido del fútbol, muy ensuciado y manoseado por empresas y dirigentes, se abre paso de manera irrefrenable, rompiendo el sortilegio de magros destinos que antes se sostuvieron con vehemencia y convicción aparentes, sortilegios que auguraban la muerte del fútbol. Ahora, en cambio, parece haber dado la vuelta un misterioso ciclo y nos sentimos nuevamente partes de una especie de logia de inagotable vigor.
Obviamente, como es común también luego de una época de receso, se ha definido un nuevo panorama, se ha compuesto y trazado un nuevo mapa para el fútbol mundial.
Y las sorpresas en este nuevo escenario y con las que se encuentra el dulce e ingenuo dormilón no son para nada pobres: la Juventus se fue a segunda, Mark Gonzalez juega en Liverpool, una secretaria bota a la basura el contrato de Salas,un tal Mayne-Nicholls aspira a ser presidente de la ANFP, a Beckham por fin lo echaron de la selección inglesa que ya no tiene a Erickson de D.T., Mago Jimenez es un títere más de la farandula, etc,etc...
Muchas cosas han pasado, lo cierto es que las piezas nunca terminan de calzar, nada es como uno cree que debiera ser, pero sin embargo, la sed vuelve, el torneo nacional y el argentino nos vuelven a llamar, las ligas grandes de Europa garantizan emoción. Verón en Estudiantes, Huachipato en la sudamericana, Mark en Inglaterra, Valdivia en Brasil, Vargas en la Champion, todos estos, acontecimientos tan insignificantes a muchos ojos, pero tan plagados de sentido, de expectativa y posibilidad, para quien se ve condenado a abrir constantemente los ojos al panorama futbolístico. El eterno despertar, la eterna recaída, nos remiten a un estado de primera infancia futbolística, a un embobamiento, al efecto embriagador y mágico que seguramente fraguan directivos y sponsors, pero que independiente de toda mano invisible, nos mantiene ocupados e ilusionados.

Ignacio Aguirre

Monday, August 07, 2006

Los Heores de Jack


Esta es la canción Jack´s Heroes (los Heroes de Jack), en alusión al equipo de Irlanda que llegó a cuartos de final en Italia ´90. El pueblo irlandés recuerda ese año como algo fantástico, único en la historia del fútbol. La idolatría de Jackie Charlton, el entrenador inglés, es digna de reconocimiento. Esa vez The Pogues y The Dubliners, grupos tradicionales de Irlanda, dieron vida a una canción bella, que puede calificarse de pura poesía. Para celebrar estas 1500 visitas, esta poesía hecha canción. La traducción vendrá en un comentario futuro.

They wear green
And they are beautiful
And their hearts are filled with love
They're as pure as any lily
And as gentle as the dove
They'll sing and cheer in harmony
Till their throats are cracked & sore
But there is no doubtYou'll hear them shout
When Jackie's heroes score

Too-ra-loo Too-ra-loo
And we'll follow Jack's heroes
Whatever they do
They'll come from DublinAnd from Cork, from dear old Donegal,
From London, Boston, & New York,
From anywhere at all,
From Parramatta to Fermoy,
Strabane to Skibereen
(And will) the shout go up
When the World Cup
Is raised on Stephens Green
(Yes it will)And when we're there in Italy
On Sardinia's sunny shore
We'll be the boys you'll want to see
The boys you'll all adore
We'll play like perfect gentlemen
To win, to lose, to draw
For we're here to take the World CupTo Paddy's shamrock shore

Para ver el video, entrar aquí: http://www.youtube.com/watch?v=Wotxd2uqP1c

Wednesday, August 02, 2006

Comentario sobre la norma

Existen jugadores que entran a la cancha provistos de todo tipo de instrumentos de medición, entiéndase cronómetros, reglas, huinchas de medir, etc. Apenas ingresan a la cancha intentan hacer de la contienda una organización objetiva y racional, cosa que nada, aparte de la calidad y la trama del juego justifiquen al ganador y atribuyan su victoria. Para tal empresa, se toman la preocupación de organizar el escenario de manera que no haya nada en éste que pueda tender a la desigualdad, que no resida dentro de la naturaleza de las partes. Asi miden la distancia del punto penal, revisan las medidas de los arcos, cuentan los pasos desde el círculo central hasta la línea de gol y pide se revisen los pozas de agua en uno y otro lado si es que los hubiera. Estos jugadores tienen conciencia de que cualquier desajuste de las condiciones puede dar un ganador, y que éste puede ser distinto si las condiciones varían Esta idea los perturba y se comprometen a solucionarla. Lo mismo ocurre con las reglas. Éstas deberán resolver cada uno de los aconteceres del partido, siempre tendiendo a la equidad, madre de la justicia y jueza de todas las victorias. Mientras estas condiciones objetivas de equidad no sean el presupuesto de un partido, siempre existirá la duda razonable del resultado final. Preguntas como ¿Qué habría ocurrido si nosotros hubiéramos jugado a ese lado que es considerablemente más ancho que el de ustedes? O, Si dichas camisetas reflejaran en un menor tono las siluetas de los jugadores en la obscuridad, todo podría ser distinto ¿O no?... Todas estas interrogantes se abren como abismos insoportables de aceptar para decidir, nada menos, quién se merece la victoria, quién es el justo ganador. Estos jugadores creen firmemente en la verdad, en la justicia, en la equidad como virtudes imposibles de renunciar, por el hecho que detrás de ellas se esconden los ganadores; sólo iluminados por ellas y en armonía con ellas saldrá el verdadero ganador.
Andrés Maldonado

Tuesday, August 01, 2006

De la procedencia de la ley de compensaciones en jugadas dudosas en pichangas

Ante las jugadas dudosas en pichangas con amigos, es previsible una discusión acerca de cómo debemos interpretar esa situación. Como hay jugadas muy difícles de decidir sin la repetición de la televisión, ante jugadas discutibles, la ley de compensaciones, puede ser un mecanismo autocompositivo, plurilateral, destinado a evitar una pelea innecesaria en un partido. Por ello, "Palabra de Fútbol" propone que entre amigos, ante jugadas complejas, se establezca un mecanismo de compensaciones, aritméticamente determinado. Por ejemplo, si en un partido hay cuatro jugadas dudosas, deben cobrarse dos a favor de cada equipo, que sean de una naturaleza similar. Así, no es lo mismo transigir sobre un penal a cambio de un lateral en las líneas de retaguardia.

Señores, esto es "Palabra de Fútbol".

"Acerca de la arbitrariedad legal de algunos jugadores en las pichangas entre amigos"

Según el artículo anterior aprendimos que resulta muy difícil sancionar las acciones ilícitas en los partidos que se disputan entre amigos sin más pretensiones que pasar un buen rato de fútbol. Si seguimos el artículo precedente podemos fácilmente estar de acuerdo con que si no existe la cooperación y la ayuda común, un partido, que en su comienzo fue amistoso, puede derivar en una verdadera batalla campal.
Ahora bien, lo verdaderamente complicado de este asunto es cuando ciertos jugadores comienzan a autoatribuirse el status de arbitro, y reclaman justamente, por ejemplo, cuando les bloquean un lateral, pero son incapaces de reconocer que ellos mismos efectuaban el lateral totalmente adelandos al lugar en donde efectivamente salió la pelota. O que por ejemplo reclaman como suyo un lateral en el cual ni siquiera estaban involucrados y que más encima ni su propio compañero, el verdadero involucrado, había reclamado. Estos jugadores son extremadamente conflictivos, ya que por un lado creen en cada situación tener la mirada pura y objetiva y por otro lado hacen un razonamiento impecable sobre materias legales atacando la ética futbolística del rival, como si este no pudiese participar de los veredictos, como si este tuviese una mirada inepta y una voluntad tramposa frente a un mismo hecho.
Sin embargo, lo que se trasluce de esta actitud arbitraria, legamente quejumbrosa y tediosa, es la incapacidad de asumir la derrota.
Esto también es palabra de fútbol.
Ignacio.

Fundamentos para sancionar conductas antideportivas en partidos con amigos o con conocidos

Es un hecho que los partidos informales o entre amigos, distan, con mucha frecuencia, de ser partidos amisotos. Por ello, la dificultad en materia de arbitraje implica un alto grado de cooperación recíproca entre todos los que participan del "picado". La necesidad de llegar a acuerdos en un corto espacio de tiempo se transforma en un trámite que, muchas veces engorroso, puede llegar a sazonar el desarrollo del partido. Con todo, ante la imposibilidad de usar tarjetas amarillas o rojas entre amigos o conocidos, la graducación de las faltas o infracciones al ordenamiento natural del fútbol merece, al menos, un pequeño análisis.

Las famosas chuletas o clásicas patadas pueden ser medidas de acuerdo a su disvalor de resultado. Es decir, un moretón o una pequeña sangrada pueden ser la consecuencia directa e inmediata de un pancorazo, chuleta o patadón. Así, la gravedad de la infracción puede ser discrecionalmente medida por su resultado dañoso. El reproche, sin embargo, consistirá en el repudio personal de los jugadores del equipo contrario y, frecuentemente, dará lugar a una pequeña revancha que vendrá a "poner pimienta al partido". Por lo tanto, el no uso de tarjetas ni sanciones provisorias queda totalmente justificado, tanto por los costos como por su resultado. Por otro lado, es difícil valorar el disvalor de acción de una patada (su intención), a menos que se trate de una muy grosera o aberrante, lo que motivará de seguro una trifulca. Esto último, ya sabemos, a nadie hace bien. Al parecer, la intención de juzgar una patada es, prima facie, imposible (no escudriñaremos en la voluntad interna del jugador), salvo cuando se trata de patadas manifiestamente agresivas que, por sí solas, demuestran la intención de agredir o dañar. Estas últimas, pueden asimilarse a las conductas antideportivas, que pasaré a analizar más adelante.

Con las conductas antideportivas, el cuento es otro. Ejemplos de esta son dilatar innecesariamente el juego (considerando, además, una cancha generalmente pagada en una ciudad como santiago, en donde los centros neurálgicos no dan espacio para tener canchas gratuitas); obstruir saques laterales o corners con la mano; usar la mano no como "última ratio", sino para frenar jugadas; tirarla lejos. En estas, como adelanté antes, la intención de malograr el partido y dañar al fútbol puede manifestarse por si mismo y sin necesidad de entrar en un análisis causal. Así, detener un contragolpe con la mano resulta a todas luces una conducta que merecería, en las pichangas de amigos, un mayor reproche. Sin embargo, como sabemos, aquí no se usan tarjetas ni sanciones. Por ello, el freno de estas conductas dependerá, en gran parte, de la cooperación que presten ustedes para evitar matar el fútbol. La pelota no se mancha.

Señores, esto es "Palabra de Fútbol".